Resulta paranoico, que para someter a la obediencia a un recluso armado con una supuesta arma blanca -independientemente de que se mantenga bajo los efectos de la droga como indicara el capitán Lino Oscar Jiménez- miembro de la seguridad del penal sea indispensable lanzar como hoja al viento tantos casquillos. (Leer)
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