Luego de la muerte de Trujillo no ha habido un gobierno en el que algunos funcionarios no se hayan ido a un campo a celebrar una fiesta con los merengues de Trujillo, con 80 carajitas para escoger una reina y repartir las otras a los buitres cómplices de la fiesta.
Pero, además, con los mil papelitos de pedilones en la mesa del rey funcionario, y cuando el rey se para a bailar "Salve San Cristóbal", una manada de zánganos alrededor de un funcionario sin educación ni carácter, aplaudiéndolo. Los dominicanos estamos feos para la foto y muy cojo para bailar el merengue “Seguiré a caballo”. (Leer este interesante artículo de Carlos Dipré)
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