Por Reynaldo Hernández Rosa
HOSTOS, Provincia Duarte.-Con ochenta y dos años y un cáncer de próstata, dos neumonías adquiridas luego de casi dos décadas recogiendo basura, desperdicios y estiércol como obrero del cabildo local, a Juan Acevedo Muñoz, Cocaleca, le fue suspendida su ayuda pensión que le otorgaba el Ayuntamiento de este municipio ascendente a la pírrica suma de trescientos pesos.
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Cocaleca, de sencillez primitiva, barba poblada y larga, después de enterarse de la disposición de la Sala Capitular, solo lamenta “que los que hoy están ahí, en el ayuntamiento, lo vío crecer, ir a la escuela, y hoy mira lo que me hacen”, expresó con un dejo de nostalgia, compungido.
Con mirada fría y fija mostró su impotencia ante el despojo de su único sostén económico, pese a que lleva años viviendo de la caridad de los vecinos y allegados.
Reveló que cuando la comunidad solo habían callejuelas sin pavimentar, ya él recogía la basura, “para que hoy se me pague de esta forma, enfermo y en la antesala de la muerte”.
Lamentó la medida de la Sala Capitular de suspender “las ayudas a los envejecientes” a sabiendas del presupuesto millonario que recibe la corporación edilicia, sin embargo, la recogida de basura sigue igual que cuando él se inició.
Se conoce de en el municipio de las serias irregularidades a lo interno del gobierno municipal, donde regidores exigieron via alguacil el pago de tres meses que se les adeudan, pese al millón doscientos mil que recibe mensualmente el ayuntamiento.
Cocaleca, como le llaman todos, desde que llegó a Hostos “allá por los años del 47, cuando la palabra del hombre valía más que millones ahora, añora con nostalgia sin perder el aceitoso sentido del humor pese a su hangar de penurias.
De figura escuálida, débil, miserable, con fuerzas apenas para soltar una carcajada que evidencia sus encías despobladas y así recordar cuando se enamoró de Eusebia Ramírez, en “una velada de las patronales, cuando en el parque tocaba la banda”.
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