Durante los años 70, había un juego muy popular en los barrios de Herrera. En épocas de fiestas patronales y festividades se colocaba un palo largo, clavado en la tierra revestido de grasas quemada de automóviles u otra especie para ponerlo resbaloso.
Era una atracción, ver a estos hombres caer y resbalar al tratar de subirlo, por conseguir un premio. Era muy difícil de llegar hasta el objeto colocado en la cúspide, sino se trabajaba en equipo. Chequeen esta imagen y miren cuanta gente se congregó a disfrutar de un evento celebrado en Baitoa.
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