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27 junio 2009

Aida Trujillo "Mi familia también me ha rechazado"

Ilustración tomada del Listín Diario.

En una carta que escribió anoche en Madrid la autora de A la sombra de mi Abuelo, detalla aspectos no conocidos en torno a su novela, ganadora del Premio Nacional de Literatura 2009.

Aida Trujillo Ricart revela que la obra, que escribió a lo largo de 11 años, le ha costado además el vínculo con la familia Trujillo, la cual le ha reprochado que admita que su abuelo fue un dictador que gobernó con mano de hierro la Repúbica Dominicana y, por otra parte, la reacción adversa de instituciones y personas que , al parecer, no leyeron la obra completa.
La misiva de Aida Trujillo es ésta:
Queridos amigos,

Los que estáis viviendo en República Dominicana ya habréis leído la carta que os reenvío y que fue publicada en el diario
"El Nacional".

Los que no, os vais a enterar, directamente, del motivo por el por qué no he ido, ayer viernes 26 de junio, a recoger un galardón que me ha sido concedido libre y democráticamente por la Secretaría de Cultura de la República Dominicana.

Han sido tantas las presiones, tantos los atropellos, amenazas y requerimientos al Jurado para que revocara su elección y no me otorgaran el Premio Nacional de Novela “Manuel de Jesús Galván”, que he preferido "no dar de comer a los lobos hambrientos" y evitar provocaciones innecesarias.

He elegido mantenerme al margen durante un tiempo y dejar que, los demás escritores y artistas, pudiesen acudir a recibir su premio sin problemas, sin ser eclipsados por mi presencia que, algunos que se hacen llamar demócratas, han convertido en política sucia y equivocada.

Muchos de los que estáis recibiendo este email habéis leído mi obra. Sabéis perfectamente que no se trata de una loa a Trujillo, como dictador que fue durante 31 años del país que me vio nacer. En todo caso, podría serla, en algunos momentos, al "abuelo", y solo a él. Le alabo por el cariño que supo dar en casa, que supo darme a mí y a todos sus nietos.

La mayoría de los que la critican, por su actitud y sus palabras, sé que no la han leído. Como mucho se han limitado a escoger frases sueltas, las que les convenían para alentar su rabia y su odio, sin detenerse a observar cuales las precedían o sucedían. Frases sueltas fuera del contexto…

Hubiese sido mucho más fácil la redacción de mi novela, que me costó años de sufrimiento, indecisión y repulsión por parte de la mayoría de mi familia y de algunos allegados, si mi abuelo hubiese sido un déspota, un maltratador, también "de puertas para adentro".

Pero esas personas no han conseguido lo que pretendían... Contrariamente a lo que afirman, ellos SÍ deseaban que yo hubiese asistido a la ceremonia... Ellos tenían ya preparadas sus pancartas, su gente (incluso pagada) para que se me insultase a voz en grito y a saber qué otros medios que pudiesen dañar a mi persona moral o incluso físicamente.

Después de este comunicado que hice al Ministerio de Cultura y que, repito, fue debidamente publicado hace un par de días, sus deseos se han visto frustrados.

Puede que alguno, a última hora, albergara aún la esperanza, el deseo malsano, de que mi no asistencia fuese una farsa. Puede que sus pancartas, sus insultos y lo que me tuviesen deparado, estuviesen reposando, hasta el último momento, en algún garaje, algún cuarto trastero, algún recóndito depósito, dentro o fuera de sus casas, a la espera de ser aireados con un único propósito: Seguir haciendo daño.

Y no se dan cuenta, a 48 años de la muerte de aquel dictador que fue mi abuelo y que yo no elegí, de que al único personaje al que iban a dañar es a la pobre Democracia.

Los que me habéis leído sabéis que pongo nombre propio y forma física a todos los sentimientos, a todos los conceptos que vivimos como algo impalpable. En este caso me toca hacerlo con Democracia.

Democracia tiene la forma de una mujer preciosa y de rasgos muy antiguos. Su nombre proviene del griego “demos-kratos” (demos=pueblo, kratos=gobierno).

Floreció en la antigua Grecia, concretamente en Atenas (siglo V antes de J.C.) y os podría contar muchas cosas sobre ella pero no lo haré en estos momentos. Estoy segura de que la mayoría de vosotros conocéis perfectamente su historia, bastante mejor que yo.

Únicamente deciros que, si esta bella forma de mujer se mantiene siempre joven es que, por desgracia y contrariamente a lo que suele suceder en estos casos, ha sido rechazada muchas, demasiadas veces.

Pero ella, con su larga cabellera del color que cada uno quiera ver, sus estilizadas piernas que pueden llegar hasta adonde nosotros la dejemos, pues ella está siempre dispuesta a ello, y su belleza, porque nunca discute sino que acepta lo que todos piensen, se mantiene siempre lozana, siempre fresca.

Cada vez que se la rechaza, que se la persigue, que se la veta… Democracia vuelve a florecer más bella que nunca. ¡Es sencillamente hermosa e inalterable, le hagan lo que le hagan!

Pues bien, deciros que ella está conmigo y que me aconsejó que no fuese a Santo Domingo. Me susurró que, si lo hacía, estaría llamando a otra figura, muy conocida y utilizada por los seres humanos, que se llama Provocación.

Pero que, en este caso, ella (Provocación) no iba a venir vestida con sus mejores galas, como lo hace en algunas ocasiones en la que su presencia es más que necesaria. Iba a venir vestida de un color negro lamentable que lo único que iba a conseguir, aún más, si es posible, era albergar mucho más odio en el corazón de mucha gente.

Yo le hice caso a la querida y respetada Democracia. No quise invitar a Provocación en esta oportunidad. Y, aunque me hubiese encantado estar presente en la ceremonia de ayer y recibir, con la cabeza bien alta, mi premio, he renunciado a ello.

Eso mismo hice, hace unos años, cuando aquí, en Madrid, se celebró un funeral por el fallecimiento de mi hermano Ramfis. Provocación me invitó a acudir pero Democracia, que también existe y vive en las casas particulares, con las familias, me aconsejó que no fuese.

Y yo recé, acompañada de buenos amigos, por el alma de mi hermano en una iglesia, que en la época estaba hecha de paneles de zinc y otros materiales, en Majadahonda, en una ceremonia íntima pero muy amorosa. Mucho más amorosa y sincera que la que se celebró, fastuosamente, en la Iglesia de La Moraleja y que concluyó con un mega cocktail en la que antaño fue residencia de mi también fallecido padre.

Os lo quería anunciar, queridos amigos, con el corazón, todavía sangrante, en la mano para que no os creáis que Miedo triunfó. Él intentó metérseme en el cuerpo en varias ocasiones. Algún día hasta lo consiguió. Pero yo le rechacé con tanta energía que tuvo que ir a esconderse, no sé adonde, cuando el otro día le grité que no tenía cabida en este momento de mi vida. ¡Y no ha vuelto a aparecer por aquí!

Con todo mi cariño, Aída

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