Aun cuando era un pintor de primer orden, su entierro no lo será. Es el drama de siempre, la desprotección social de los talentos marginales, auténticos, pero rebeldes a lo establecido.
Su taller, la calle del sector colonial.
Su vida tan libre y tan inusual como su muerte. Escapado del sistema comercial del arte, harapiento, rebelde, sensible y marcado por ese toque de locura tan ncesario para la creación. Su entierro no será de primera clase. Gracias a José Arias por despertarnos la conciencia.
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